domingo, 27 de marzo de 2022

La poesía no escribe en vano


Escribe Rolando Gabrielli

 

 

Estamos en el siglo XXI, hombre, la era del Metaverso, que es otro verso, uno desconocido a todos los demás versos, casi invisible, otra realidad, paralela a la que conoces. Autorretrato (1935), por M. C. Escher

Me siguen preguntando por qué, para qué, cómo se te ocurre escribir poesía en estos tiempos. Hacen estas preguntas inclusive quienes se dicen mis amigos. Cómo llegaste a este oficio. Qué te llevó a esta situación, creer en las palabras, darles uno y más sentidos, escribirlas verticalmente y exponerlas a una libre interpretación de quien las lea. No dicen la palabra iluso porque quizás la consideren demasiado poética y no tienen la intención de alabar la poesía por ningún motivo, ni siquiera por equivocación.

Es cierto, ya casi nadie lee poesía, ni se hace crítica en las revistas especializadas, estudiantes de literatura suelen interesarse por el presente, autores que interpretan su mundo. Los clásicos pertenecen a los museos, a no ser que verdaderamente tengas pasión por la literatura. Borges, no estaba ciego, decía que para escribir poesía había que sentir pasión y placer. Dos poetas antagónicos, Borges y Nicanor Parra, coinciden que poesía es vida y me sumo a esa definición. La palabra y el lector adecuado son indispensables para que la poesía cobre vida, dijo en su momento en Harvard el autor de El Aleph, en un puñado de conferencias improvisadas en la magia inocultable de sus sencillas y profundas palabras.

 

Sé que he tenido malos ejemplos, nacer en un país de poetas, creer en las palabras, levantar una piedra del litoral chileno y ver surgir un poeta.

Esa oscura palabra

Contra esa marea, atmósfera enrarecida, “ese terrorismo contra la poesía”, mantengo un blog y colecciono algunos generosos lectores que tampoco se dan por vencidos. Sé que he tenido malos ejemplos, nacer en un país de poetas, creer en las palabras, levantar una piedra del litoral chileno y ver surgir un poeta, a Jorge Teillier vivir la poesía cada minuto de su existencia, despedirme de la casa de Enrique Lihn porque entraba a un cuarto a escribir poesía, ver a Nicanor Parra en un banco de la universidad construir sus artefactos de manera obsesiva, a Gonzalo Millán sobre una larga mesa olfateando las palabras como un sabueso en un aeropuerto, saber que Borges, ciego, escribía la poesía que soñaba, ver los chispeantes ojos del Chico Molina cuando hablaba de su último poema en la Sociedad de Escritores de Chile, haber nacido con el mito de Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Huidobro, saber que Armando Uribe Arce no salió más de su departamento escribiendo poesía cada día hasta el final de sus días, Efraín Barquero, entregar su último libro a los noventa años antes de partir, conocer la historia de Pablo de Rokha, visitando pueblo por pueblo para vender sus libros de monumental tamaño y lenguaje polvorín… en fin, a tantos que escribieron poesía en las cárceles, en un viaje en un barco, en la servilleta de un bar, en un cuarto oscuro, aquellos que persistieron una y otra vez, a los que no dejan aún de soñar en el poema perfecto. Al final de todos los caminos, Oliver Welden no colgó los guantes, me dijo, siempre hay una despedida, pero me había confirmado la vigencia de sus sueños en el oculto reino de las palabras que nos reveló. No fue una despedida, sino un reencuentro, su magnífica Oscura palabra.

¿Por qué olvidar a Baudelaire, poeta iniciático? Sólo es suficiente con mencionarlo, averigua tú, ¡hipócrita-lector-mi prójimo-mi hermano!

 

¿Poesía en 3D?

Estamos en el siglo XXI, hombre, la era del Metaverso, que es otro verso, uno desconocido a todos los demás versos, casi invisible, otra realidad, paralela a la que conoces, el espacio dentro del espacio en 3D donde podrás jugar a la realidad virtual con amigos, socios, comprar propiedades, hacer negocios, divertirte en grande y convertirte en ese avatar que alguna vez soñaste ser, la representación gráfica de tu identidad. Puedes correr riesgos de depredadores y manadas de violadores, como ya ha estado ocurriendo, pero son gajes del mundo virtual y no existen actividades, donde participen los seres humanos, exentas de riesgos. Pienso cómo serán las playas virtuales, los bosques, la húmeda atmósfera de los cuerpos en una multitud, sentir las piernas al rodar de una bicicleta, ascender una montaña, pescar un pez en un río, quitarle el anzuelo, encender una fogata frente a un lago, jugar al corre el anillo y sentir las manos tibias de una enamorada en una noche del sur en plenas vacaciones de verano. Cómo será contemplar un mar de estrellas una noche en Atacama, ver correr a tu hijo, tomar la mano de un recién nacido. Oh, Metaverso, ¿el verso final de la inteligencia artificial?

Personalmente, sueño con estar una mañana en Angelmó con una mariscada sureña frente al mar, donde el fin del mundo es una realidad, que el paisaje y el aire marino no mienten. Todo sigue siempre estando un poco más allá, donde los dos grandes océanos chocan y hacen silencio en las grandes aguas.

La poesía casi no tiene tiempo, en la antigüedad se respiraba al aire libre, en las cortes, las tribus tenían su propio lenguaje con las estrellas, los animales, la naturaleza, la vida, en Grecia se llenaban los teatros de lírica con sus coros maravillosos, el mester de juglaría reina en el Medioevo. Neftalí Reyes Basoalto, el poeta provinciano del sur de Chile, se adentró en la conciencia nacional con el verso: el verso cae al alma como el pasto al rocío. La poesía está en todas partes, no hay muro, frontera, límite, poder, decreto, ley, que pueda abolirla del universo de la belleza y los sentidos del hombre.

 

Cuántos poetas se han suicidado o muerto por defender sus ideas.

Imaginar el mundo en una hoja de papel

No es un estilo nuevo, tiene miles de años en la antigua Grecia, el viejo imperio romano, Persia, Egipto, en las tribus de todas partes donde hablaban, adoraban el sol, las estrellas, la tierra, el fuego, las montañas… Pero tú persistes, amigo, en ignorar / que el poema es una pequeña luz / en la gran oscuridad de la humanidad. / Si la palabra se extingue / nos apagaremos como la última puesta de sol / en la soledad del mundo, / diluidos en el mar o detrás de las montañas, / abismos, espejismos de nosotros mismos / vagarán reflejos sin cuerpo, ni espíritu / una llama extinguida en el fuego de la belleza.

La poesía es un vicio mayor, puede comenzar como un juego de adolescentes, responder al entusiasmo de los sentidos, de juntar palabras, expresar lo inexpresable, aquello que no se puede decir de otra manera, lo inefable para algunos, pero la poesía es tan flexible como el ballet de las palabras, aunque los poemas contienen toda la belleza y los abismos inimaginables, como la simpleza de las cosas cotidianas. (En un cuarto / imaginar el mundo en una hoja de papel / la soledad de un otoño perdiendo la juventud / los pasos de la amada atravesando la mañana / tantas cosas que el poema dice y no dirá).

Gonzalo Millán dijo en una de sus últimas entrevistas que no sabría qué habría hecho si no hubiese escrito poesía, algunos pensaron que podrían haber sido ladrones si no les hubiera contaminado el oficio de la poesía. Villon enfrentó la horca. Cuántos poetas se han suicidado o muerto por defender sus ideas, algunos como Lihn envidiaron a Rimbaud su no a este ejercicio, masturbación desconsolada, porque abandonaron, pero él murió escribiendo lúcida y valientemente su Diario de muerte. El francés guardó silencio por todos nosotros a los diecinueve años. A Lihn le llamaba la atención que Neruda hubiese “cedido” la vanguardia de la poesía a Parra. Quizás Neruda ya había pulsado todas las teclas que consideraba necesarias. No aprobaba que un poeta se desviara de su oficio, recuerdo esto con relación a Roque Dalton, quien incursionó en la guerrilla salvadoreña. Pero ignoraba que Dalton seguía escribiendo en la clandestinidad y se editaron libros con sus diversos seudónimos.

 

Cuando la jaula se vuela

Pienso en Alejandra Pizarnik, Sylvia Plath, Alfonsina Storni. “La jaula se había vuelto pájaro / y se ha volado / y mi corazón está loco / porque aúlla a la muerte”, dijo Alejandra. En el extraordinario poeta escocés Dylan Thomas, su desafío con la vida terminó en el bar White Horse en Nueva York. En los mesones de esa taberna, diría Teillier, gastó sus codos, como él en los bares de Santiago y Lautaro. En aquellos que alucinaron con las drogas y nos dejaron también sus visiones, demonios, pasiones, historias, palabras únicas, el dolor y compromiso, un verdadero Aullido (Ginsberg).

A muchos el oficio les llevó a la pobreza, al olvido, pero no lo abandonaron, persistieron hasta sus últimos días como náufragos de sí mismos en sus ruinosas vidas y palabras, y me pregunto: ¿cómo no homenajearlos si respiraron la palabra por sobre todas las cosas, sin condiciones, algunos hasta la asfixia? No escribieron en vano.

 

De viaje en el Metaverso, uno de estos días

I

Despierto una mañana absolutamente digital,
para enfrentar un día más digital que nunca,
con todos mis cinco sentidos digitales.
Todo está contenido aparentemente en la nube y en el Internet de las cosas,
yo mismo inmerso digitalmente me apresto a incorporarme
a mi equipo digital, afino mis herramientas digitales,
ingreso a un zoom como un buzo en el mar digital
y con mi balón de oxígeno como un pez digital,
recorro caras, escucho ideas, pautas, señales, gestos,
instrucciones, tareas, imágenes (no hay palabras escritas),
sólo novedades que abren aparentemente inéditos caminos,
inimaginables rutas digitales para una vida nueva,
habito Internet, en una palabra la red me absorbe,
como una piscina sin agua, digitalmente.

 

II

Sé que los de antes ya no somos los mismos
y cuando realmente viajemos sin tiempo ni límites,
como pájaros digitales en el paraíso del Metaverso,
habremos alcanzado no sólo la gloria, porque es efímera,
circunstancial, pasajera, algo pasada de moda,
sino plantado nuestras propias banderas, semillas, estacas
del ilusionismo contemporáneo jamás soñado
en territorios conocidos de la fantasía humana,
realmente nos reinventaremos, como flores en el desierto
en nuestras propias inalcanzables utopías digitales,
espacios donde la imaginación comienza a dudar de su existencia
y la soledad pasa a ser una adjetivación involuntaria de la gramática,
sólo urdimbre de nuestro deseo, sin palabras.
Qué silencio absoluto nos aporta el más allá,
¿somos esa piedra en el despeñadero
que arroja nuestra infancia al vacío?
El futuro nunca echó más raíces
que en este presente perpetuo
con vista al infinito y más allá,
que transforma en un simple juego
el porvenir y sus nuevos horizontes.

 

III

No te vayas a bajar de este carrusel sin pista,
veremos por fin puestas de sol nocturnas,
te convencerás de que no existe la realidad,
Metaverso es el verso de cada día,
el juego de perdernos en la infancia,
el espacio donde sólo existe espacio,
un laberinto para cada cosa que la imaginación
construye en el vicio inimaginable
de lo virtual.

 

IV

Crearemos un mundo a la perfección, tú y yo, volveremos
a ser Adán y Eva, le llamaremos Paraíso del Metaverso,
nadie nos expulsará de este jardín digital, diseñado a imagen
y semejanza de la realidad virtual,
un viaje donde la realidad estará prohibida y los ángeles
hipotecarán sus alas, ingresarán como guardianes
del más allá sobrevolando nuestros sueños virtuales,
y sólo existirá un cielo para los habitantes de Limbo City.
Nada ni todo será igual, sólo un espacio para la imaginación,
lugares virtuales, amigos virtuales, hogares virtuales,
señales, sólo señales, un cielo verdaderamente virtual
a la derecha del Padre, oh Metaverso,
perdónalos, no saben lo que hacen.

 

V

Anoche soñé que hacía un viaje en el Metaverso
alrededor de Alicia en el País de las Maravillas,
me guiaba la poderosa mano invisible del mercado,
el dedo índice digital sobre los labios digitales
me cubría el rostro de silencio en señal de sorpresa,
cerrar los ojos y caer en un abismo donde el espacio
se multiplica a sí mismo con su semilla infinita
y la imaginación pareciera no tener fin
como una partera del infinito multiplica
espejos de horizontes ciegos, inasibles, alucinantes.

 

VI

Amor, recurro a tu memoria de este bello mundo
que no encuentra su lugar y se evapora como tu silencio,
de corazón a corazón, pregunto, musa: ¿tú eres mi hipervínculo?
Dirás, viajamos a la velocidad de un clic
en una nube gaseosa están todas mis respuestas,
erráticas son las noches, los desiertos, el mar,
las montañas, todas las huellas que no dejan huellas,
en la nieve blanca se dibuja una sombra perfecta del alma
de las cosas que no se ven, ni se tocan.
En una rosa o en una palabra, la realidad podría
convertirse en piedra.

 

VII

No soy un oráculo de las almas perdidas,
sólo viajo en el Metaverso.

 

Las palabras debieran ser

Las palabras debieran ser un misterio,
lo que no se puede o tiene que decir,
sólo ver y volver a pensar,
como si no estuviera escrito.
Apostar más bien a la curiosidad del lector,
su complicidad con lo que el poema
le invita a interpretar sólo a él,
tomar las palabras como propias,
pero no confiarse del todo en ellas,
saber que en lo no dicho puede estar
su verdadero secreto y poder.

 

El poema nace disléxico

El poema nace disléxico,
es un trabalenguas la lengua,
se escribe, reescribe, tartamudea,
muerde el polvo,
signos, sólo signos,
silencios conmovedores,
dicen lo inexplicable,
toda la mudez de los sonidos
y la infancia se refunda finalmente,
en las palabras.

 

La oveja sin rebaño

¿Somos el rebaño o la oveja descarriada
que pasta sus nuevos sueños en abismos,
acantilados ignorados, pobres roqueríos?
En verdad, no sabemos hacia dónde
nos conducen esas piedras y soledades,
y pareciera que no queremos saberlo.
Oh, época virtual, ¿qué ficcionas,
qué es real o conviertes en realidad?
Nunca lo nuevo quizás fue más nuevo,
innovador, disruptivo, engañoso.
Te asombras de tus propias trampas,
hombrecito, a quién engañas,
si perdidos estamos en esta inmensa pradera,
pistas de aire y fuego, ¿es este el juego
de la nueva realidad que anuncian
los clarines y las trompetas?
En verdad no sabemos,
me tomo distraído un café,
siento su aroma, el aroma de tu piel,
la máquina que lo sirve no me convence,
ni bajo esta hermosa puesta de sol,
que deja sin habla el silencio
que construimos alguna vez los dos.
La Tierra comienza a gustarme.

 

Remoto

Remoto,
lo más lejano posible,
no busques, no hables,
distante.
Viajas entonces sin regreso
a la primera palabra,
donde no se sabe
nada con precisión.
Sólo huellas, señales.

 

A nadie cuentes

A nadie cuentes
tus secretos,
es un privilegio
del silencio
estar solo.

 

Estado ausente de la poesía nacional

Zurita no me lee,
Manuel Silva no me lee,
Óscar Hahn no me lee.
(Van tres Premios Nacionales
vivos)
Pepe Cuevas no me lee
(Es un aspirante serio
al Premio Nacional)
Un par de poetas deben estar
en la lista de las nominadas,
en la antesala del deseo, diría Freud.
No me leen ni me conocen.
La caldera viene pujando desde abajo
con su propio hervor y gas,
la aguja da vueltas, gira enloquecida,
no parará hasta dar en el blanco
o explotar sin dejar huella,
más que el ruido, sonar de palabras
huecas, desconfiadas, muertas.
Oliver Welden
no aspiró a ningún galardón
ni volvió a su Chile natal.
Para mi cumpleaños, traducía
al inglés unos breves poemas
que encontraba en mi blog.
Lihn, Teillier y Millán,
todos merecieron el Premio Nacional
y sé que me leyeron.
Parra leía con desesperación,
devoción y picardía a Neruda.
Los poetas hoy no se leen,
se miran de reojo,
yo los plagio a todos.
Por ahí deben andar algunos poemas
huérfanos de lectores desconocidos,
autores noveles, recién aparecidos,
malditos iluminados escribiéndoles
aún a las estrellas,
esperando alguna iluminación
del cielo o del infierno.

 

Oficio

Y usted qué hace,
le preguntó el hombre
al poeta:
ver cómo el matapiojos
no se enreda en sus alas
y la alegría del vuelo
de la mariposa
no borra el color
de sus alas.
El poeta no tiene alas,
camina por las calles
viendo cada una de las cosas.


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