OMA LARA, importante poeta chileno nacido en Nueva Imperial, (1941-2021). Ha publicado numerosos libros y poseedor de diversos premios nacionales e internacionales.
DIARIO
DE VIAJE
Yo vivía en un barcoEn el rincón más dulce de ese barco
En cubierta crujían las sogas y los fierros
En el cuarto más dulce yo escuchaba
Escuchaba a cubierto de lluvias y de vientos
Adorando como un naúfrago a la dueña del viaje
A la que doy
.................... Temblando
................................ Mi precario bagaje.
Ella es mi salvadora
Por lo tanto
Mi dueña.
Me pregunto si sabe que es mi dueña
................................................. Si sabe
Que hay un naúfrago entre el vino
........................................... Y el viento
Si se da cuenta
Que en cada beso le doy mi última humedad
Casi mi vida.
Es una frase grande
................................ Reconozco
Pero un náufrago
Se puede permitir ciertas licencias
......................................... Y además
¿quién podría decir que no es verdad?
Amo a ese barco.
Amo el susurro de los árboles
....................................... Lejos
Amo el sonido de sus pies sobre el suelo
................................ Desnudo
Sobre todo
............. Cuando viene hacia mí
Amo su gesto
.................. De hacer el pan
De encender el fuego
De mirar en la noche. Amo
Su piel amada
......................Su cintura en mis labios
............................................... Amo sus ojos
En el éxtasis
................ La dulzura final
................................ El milagro sagrado.
Hasta amo
.................. Sin quererlo
................................... Sus silencios.
Yo vivía en un barco
................................ De hecho
Sigo ahí
............Para siempre. Y si mi cuerpo se hunde
Pienso que algo insistirá
................................ Insistirá
............................................ Insistirá
Y alguna vez
Tal como en esas viejas casas de madera
Un aire loco
................Enloquecido
Susurrará esa palabra que sólo ella conoce
Que sólo yo conozco
Y quedará
Por un momento
VALLEJO
los aires de Trujillo te hicieron mal,
París, qué hace París con el poeta bajado de los Andes,
instalado de pronto en la rue Molière
desde donde cavilas y te enamoras.
Disputas diariamente con la vida que no te gusta
y sin embargo te gusta, herido como estás
de tantas cosas,
de Perú que te duele en pleno pecho,
de Santiago de Chuco revolcado,
de tu pulmón tan pequeñito cada día más.
Herido como estás de tu dolor tan cariñoso.
Gran Himalaya
Es un hecho que no subiré jamás a las cumbres del Gran
Himalaya;
está escrito que los hombres allí se vuelven dioses
y el poder temible de la naturaleza disminuye a los seres: sus pasiones,
a una blanda indolencia.
Pero yo no subiré al Gran Himalaya,
tropezaré con las piedras del camino,
me embriagaré con deleznables licores,
seguiré maldiciéndome con ternura.
está escrito que los hombres allí se vuelven dioses
y el poder temible de la naturaleza disminuye a los seres: sus pasiones,
a una blanda indolencia.
Pero yo no subiré al Gran Himalaya,
tropezaré con las piedras del camino,
me embriagaré con deleznables licores,
seguiré maldiciéndome con ternura.
Muerte de un
cangrejo joven
Toque de queda
Quédate
Le dije
Y la toqué.
ENCUENTRO
EN PORTOCALIU
En ese tiempo yo corría detrás de una
sombra.
Desde el décimo piso en el barrio de
Drumul Taberei
yo miraba a través de un niebla caliente,
a través de una humedad humosa,
a través de las reverberaciones de agosto
una figura venía caminando
desde la parada de autobuses.
Una figura parecía dirigirse hacia mí,
yo la veía perfectamente desde el décimo
piso
en el barrio de Drumul Taberei:
era la odiada figura conocida,
su aborrecible rostro estaba ahí y su pelo
que el sol no incendiaba y con él todo su
cuerpo.
Yo miraba petrificado la escena,
los indolentes pasos y su entorno:
árboles, cosas en movimiento, el asfalto
que el sol
ondulaba.
Yo miraba esa escena con su centro
precioso...
En esos
tiempos yo escribía un poema titulado
“Encuentro en Portocaliu”,
era necesario encontrarme rápidamente
porque –pensaba yo- ¿la poesía para qué
puede
servir sino para encontrarse?
Eso fue después de escribir muchas cartas
preguntando
¡dónde estoy? Nadie sabía donde estaba
y no podían decírmelo,
de modo que empecé a decir a diestra y
siniestra
protégeme con algo el corazón.
Protégeme con algo el corazón
seguía repitiendo
y como no me entendían
comencé a escribir unos poemitas
insidiosos
relativos al río Dimbovitza,
relativos a la columna del infinito,
relativos al plan quinquenal.
Hasta que un día en Portocaliu.
Un día en
Portocaliu
(en Portocaliu hay un sol amarillo como
cáscara de
naranja)
una tarde en Portocaliu
(en Portocaliu hay unos grandes pájaros
con dos patas
larguísimas y picos en forma de corazón)
una noche en Portocaliu
(estaba escrito que no te encontraría
en Portocaliu
pero guardo el recuerdo de esa espera y
huellas
de picotazos en forma de corazón).
UNA ISLA EN EL AMAR
Estaba en el lecho como en el mar
ella
se mecía semihundida
yo
la llenaba de algas de espuma de medusas
yo
la llenaba la cercaba
preparaba
mi desembarco
ella
era una isla en el amar
una
isla toda rodeada por su piel
ella
parecía llamarme pero dudo
y
sin embargo preparaba con cautela
mi
desembarco repentino.
Mi
mirada no era muy veloz
era
lenta era oscura era una barca encallada
era
una barca encanallada
que
no llegaba jamás
tendría
que llevar mi mirada personalmente.
estaba
en el mar como en un lecho
yo
me envolvía en su respiración
yo
nadaba como acariciando
esa
islita toda rodeada de mí.
JUGADA MAESTRA
Ya ni te pido que descanses, pequeñísima
impostergable mujer mía.
Porque esta broma del amor, esta
jugada maestra de sentirnos necesarios
ha ganado terreno, nos ha solicitado
sabiamente:
nos hemos vuelto locos.
Hemos resuelto que esto es el amor.
Sólo falta saber cóm lo utilizaremos
de qué buena manera para todos
y antes que sea demasiado tarde.
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